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PRIMERA GUERRA CARLISTA EN IRUN Y HONDARRIBIA (1833-1840) |
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CAPÍTULO 14
Ante el temor de que los atacantes a la plaza de Hondarribia pudieran entrar a degüello, un centenar de soldados y voluntarios y algunos vecinos de la villa, entre ellos el alcalde, atraviesan a nado el Bidasoa para llegar a Hendaya. Tras comprobar Otamendi que los prisioneros carlistas de Irun han sido respetados, consiente capitular bajo ciertas condiciones, exigiendo que ningún soldado británico cruce la villa, que los prisioneros de la plaza tengan preferencia en posteriores intercambios y que se le permita enviar un emisario a don Carlos para saber si está o no de acuerdo con la entrega de la ciudad. Evans admite todas las exigencias de Otamendi salvo la de que no entren tropas británicas y le fuerza a permitir la entrada de un pequeño contingente de la Legión prometiendo abandonar la plaza cuando lleguen los españoles a guarnecerla. El general británico Evans considera que la pretensión de Otamendi de enviar un emisario a don Carlos, es una estratagema para demorar la entrega de la plaza, por lo que le manda un ultimátum: “Si en cinco minutos no está aquí firmada la capitulación y las puertas de la ciudad no están abiertas, comenzará el fuego de nuestras baterías”. Cuatro minutos después Otamendi acepta y a las once de la mañana, ante los ayudantes de campo Ignacio Gurrea y Ricardo Shelly, se firma el acta de capitulación, siendo recluidos los carlistas prisioneros en la iglesia parroquial de la ciudad.
Hondarribia en 1836. (Grabado de Thomas L. Hornbrook). (Museo Zumalacarregui).
F I N
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