MILICIANOS IRUNESES (1936)

El boletín de L.U.K.T. de 1986, está totalmente dedicado a la trágica incidencia que tuvo en Irun la Guerra Civil de 1936, de la que se cumplían 50 años.

En uno de los trabajos publicados en el libro, el recientemente fallecido Ricardo T. Berodia Gordejuela, recogía algunas anécdotas de uno de los testigos del comienzo de la contienda en nuestra ciudad. El interlocutor se llamaba Pedro Ordoki.

 

 

Milicianos en el lado francés, tras huir de Irun después del incendio en la ciudad en septiembre de 1936.

 

 

Contaba que en el verano de 1936 los iruneses seguían el curso de los acontecimientos a través de la radio, de modo que, en cuanto llegó la noticia del alzamiento, los representantes de los diferentes partidos se reunieron en el Ayuntamiento y formaron lo que se llamó la “Junta de Guerra” que organizó las primeras milicias. En principio estaban formadas íntegramente por civiles, a los que más tarde se unió la dotación completa del cuartel de Carabineros de Irun.

En el otro cuartel, el de la Guardia Civil que estaba junto a la iglesia del Juncal, no lo tenían tan claro, hasta que alguien se marcó un farol “o se rinden ustedes o volamos el cuartel mediante la dinamita introducida por nosotros en los desagües”.

Por supuesto la amenaza no era real, ya que se tuvo en cuenta las mujeres y niños que vivían en su interior. No obstante, la estratagema funcionó, no se disparó un solo tiro y todos respiraron aliviados. Luego se supo que tan solo algunos guardias se unieron a favor de la República, pasando el resto al bando contrario.

 

 

Milicianos participantes en la defensa de Irun en Béhobie, tras pasar la frontera ante el avance de las tropas nacionales en septiembre de 1936.

 

 

Era evidente que los primeros milicianos no estaban ni mucho menos bien armados. Muchos de ellos portaban su propia escopeta, hasta que la armería Urtizberea, en la calle Fueros, proporcionó a cada voluntario una escopeta y diez cartuchos con su correspondiente documentación.

No había conciencia de lo que acababa de comenzar, hasta el punto de que un grupo de paisanos armados del Centro Republicano marchó hasta el puente de Lesaka. Al no ver a nadie se dio la orden de devolver  las armas.

Resulta obvio reconocer que había un cierto grado de idealismo… y cierta ingenuidad que desgraciadamente, meses tarde, a más de uno pudo costarle la vida.

  

(A Ricardo T. Berodia Gordejuela. "In memoriam").

 

FOTOS: Archivo Municipal  de Irun.