LAVANDERAS


 

Antes de la traída de agua a nuestros domicilios, era habitual encontrarse grupos de mujeres con grandes cestos de ropa dirigiéndose a los lavaderos públicos, a las fuentes públicas e incluso al río.

 

 

 

 

Lavanderas en la regata de Artia.

(Archivo Municipal de Irun).

 

Téngase en cuenta que la red de abastecimiento de agua potable a nuestros domicilios no estuvo al alcance de muchos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX.

 

No todas las mujeres acudían al lavadero para hacer las coladas de sus propias familias. Hubo otras que, a cambio de una cantidad prefijada recogían la ropa a domicilio para devolverla lavada a sus dueños.

 

Era una profesión dura y cansada, ya que daba igual si fuera invierno o verano, teniendo que lavar con el agua a temperatura ambiente.

 

Entre los antiguos lavaderos, el más popularmente conocido en Irun fue el  de Santa Elena que se encontraba en la parte trasera de la ermita.

Cuenta Luis de Uranzu que las antiguas lavanderas que se daban cita en el lavadero de Santa Elena, una vez al año, después de oir una plática del capellán de la ermita, tomaban una copa de vino rancio y unas galletas y se reunían luego en fraternal banquete en alguna de las casas de comidas de la plaza Urdanibia

 

A partir del siglo XIX y como consecuencia de las insistentes solicitudes de servicios necesarios para la población, en una época en la que el servicio de aguas a domicilio era incipiente, comienzan a proliferar los lavaderos.

 

Además del  de Santa Elena reedificado posteriormente junto a la fuente del mismo nombre, existían otros como el de "Chocolabe" (en la actual plaza de Jenaro Etxeandía), el de "Errecorte" (en el barrio de Behobia) y el de "Lecaenea" (en la zona de San Miguel-Anaka).