PANES Y TALOS


 

Desde mediados del siglo XVII con la llegada del maíz, el pan más habitualmente consumido en nuestros caseríos fue el que se hacía amasando harina de maíz, agua templada y sal; y luego tostado al fuego.

 

Cocinando talos.

 

El sobrante se mezclaba con leche y se usaba para cenar, como una especie de sopa.

 

Popularmente conocido como ‘talo’ sustituyó a la primitiva torta de mijo, cereal que se sembraba después de cosechar el trigo.

 

También se consumía pan de trigo, pero su recogida era una tarea fatigosa hasta su elaboración. 

Se podría decir que muy poco disfrutaban del “pan blanco” nuestros antepasados.

La escasa cosecha se quedaba en nada después de pagar en especies, la renta, el trabajo de varios oficios: herrero, sacristán, médico, etc. y la parte que se quedaba el molinero.

 

Cuenta Luis de Uranzu que, en el Irun de 1714, muchas familias amasaban el pan en sus casas pero luego lo llevaban a cocer al horno de alguna panadería.

 

Téngase en cuenta que los estándares panaderos de aquella época eran piezas de gran tamaño (a partir de dos kilos), que se conservaban durante muchos días y de las que podía comer una familia numerosa.

 

Por aclarar conceptos, entendemos como panadería, el horno de pan donde se hacen y se cuecen panes elaborados a partir de masa madre, harinas de trigo y largas fermentaciones.

 

Algunas de las más conocidas panaderías de las que se tiene noticia en Irun son, la de Aguirre, en la calle Mayor, la que en 1870, abrió Ignacio Recondo en el casco viejo de Irun…

 

Nada que ver con los modernos establecimientos a los que ahora llamamos también panaderías, en los que se vende pan precocinado y de forma opcional, otros productos de pastelería.

 

 

Antiguo horno de pan      .   Panadería en la calle Mayor.