TXOTX


  

El popular grito “Txotx!” anuncia la apertura de una kupela de sidra y reúne a los clientes que, vaso en mano, acuden ordenadamente a servirse. Tiene su origen en las catas privadas que se realizaban para mayoristas, quienes degustaban la sidra antes de comprarla.

Para servir la sidra, se agujereaba cada kupela y luego se tapaba el orificio con sebo.

 

 

Dibujo de Gaspar Montes que representa la apertura de la temporada de sidra en Irun.

 

En la compra de manzana para elaboración de sidra, en Irun se empleaba como medida la “carga”, que equivalía a seis sacos de unos 65 kilos. Como propina se añadía en cada carga lo que se pudiera coger con las manos de una sola vez.

 

En la zona rural de Irun, era muy habitual que cada caserío tuviera sus kupelas de producción propia para uso doméstico.

 

En Irun nadie podía vender sidra de fuera antes de que la elaborada con manzanas de nuestra jurisdicción, se hubiese agotado.

 

La “pitarra” era la sidra que se hacía con las primeras manzanas que caían del árbol. Dulzona, espumosa, poco alcohólica y embotellada a tiempo, era muy apreciada, sobre todo, en verano.

 

En los siglos XVI-XVII los pescadores vascos que iban a Groenlandia y Terranova a la pesca del bacalao y la caza de ballena llevaban abundantes cantidades de sidra en sus bodegas, ya que el agua se pudría y su ingesta era causa de diversas enfermedades, como el escorbuto, cosa que no ocurría con la sidra. ​

 

Hasta finales del siglo XIX la sidra vasca sufrió fuertes cargas tributarias de entre el 30 y el 50 % del beneficio. Ello retrajo a los cosecheros, muchos de los cuales se dedicaron a otras modalidades menos gravadas.

 

Pasado un tiempo, Gipuzkoa se convirtió el único territorio histórico vasco que recuperó fielmente la tradición vasca de la plantación de manzanos y la elaboración de sidra, debido fundamentalmente a que, durante el siglo XX , sus dirigentes estuvieron interesados en conservar y promover la cultura de la sidra de sus antepasados.