EL SALMON DEL REY


Seguro que conocen el dicho “No permitas que la verdad te estropee una bonita historia”.

 

La historia de Irun está plagada de anécdotas, leyendas y cuentos, muchos de ellos recogidos, en euskera y castellano, en un maravilloso librito del admirado Luis de Uranzu, publicado en 2003 por la asociación cultural que lleva su nombre.

El prólogo es de Joge Oteiza y está salpicado de ilustraciones de una decena de conocidos pintores del Bidasoa.

De todos ellos hemos elegido el que nos ha parecido más original y divertido.

 

 

Fantástico dibujo de Gaspar Montes Iturrioz que ilustra el curioso relato.

 

 Eran tiempos de disputas que, por las nasas salmoneras, mantenían Irun y Fuenterrabía. Esta última las arrendaba y obtenía con ello muy buenos ingresos.

         

La corte española apreciaba el sabrosísimo salmón del Bidasoa.

En 1756 (*), José Patiño, secretario de Estado de Felipe V, solicitó a Fuenterrabía cuantos salmones se pescaran en aquellos días para las comidas reales de Semana Santa.

 

Aunque de buen tamaño, solo se pescó uno, y había sido vendido al presbítero de Fuenterrabía, don Tomás Zamora, que debía ser un auténtico glotón.

Intervino el alcalde, mostrando la carta del ministro, para requisar tan valioso pez. Incluso mandó poner un jurado, día y noche, para evitar que el salmón saliera de la localidad vecina.

 

Pero el salmón no apareció. Malas lenguas aseguraron unos días después que, en un sombreado manzanal del caserío “Kaikubi” (*), el cura don Tomás con unos amigos habían despachado en una “afari-merienda” el suculento salmón destinado al rey de España.

 

 

Caserío "Kaikuegi", en el barrio Jaitzubia, de Hondarribia.

(Del libro "Hondarribiko Baserriak").

P.S.

(*)

Creemos que la fecha de 1756 no es correcta. Felipe V reinó entre 1700 y 1746. El que fuera su secretario de Estado, José Patiño, había fallecido en 1736.

 

El caserío “Kaikubi” que se cita en el relato, puede ser el del barrio de Jaitzubia, de nombre “Kaikuegi”.