OFICIOS ADUANEROS

 

 Como consecuencia de la entrada en la Unión Europe, hubo algunos puestos específicos de trabajo que desaparecieron  y que estuvieron dedicados al servicio de la Aduana de Irun.

 

 

Mozos y marchamadoras en los almacenes de la Aduana central. Año 1960.

(Archivo Municipal de Irun).

 

 

En uno de los libros de Mertxe Tranche, con ilustraciones de Alicia Cebrián, se rinde homenaje a todas las mujeres que trabajaban en Irun en oficios diversos. Incluye un capítulo dedicado a aquellas cuya labor estuvo marcada por el carácter fronterizo de nuestra ciudad: las marchamadoras.

Se dedicaban, entre otras labores, a sellar los paquetes en tránsito, al etiquetado de prendas y precintado de bebidas de importación.

La gran mayoría de ellas  desarrollaban su jornada en la aduana central, en las instalaciones que se encontraban al final de la calle Aduana. Estaban organizadas en su propia sección dentro de los sindicatos locales, junto a sus compañeros varones, los mozos arrumbadores.

Ellos eran los  encargados de las operaciones de carga, descarga, manipulación y movimiento de las mercancías en el recinto aduanero. 

 

 

Trabajadora encargada de la central telefónica de la sede de la Aduana de Irun. Año 1960.

(Archivo Municipal de Irun).

 

Recordamos como, en cierta ocasión, algún importador reclamó a través de su agente de aduanas, el excesivo importe cobrado en concepto de manipulación de sus productos importados.

Elevada la consulta al entonces administrador de la Aduana, D. Marino Calabuig, la sorprendente respuesta fue que, los mozos arrumbadores, al estar autorizadores a aplicar la tarifa única establecida a tanto alzado, la Administración podía cobrar, no solamente por el trabajo realizado por  los mozos, sino por ‘el que podían haber hecho’.

 

Anécdotas aparte, no debemos olvidar que las agencias de aduanas, que hacían de intermediarios entre la administración del Estado y la ciudadanía en la declaración y pago de aranceles, dieron trabajo a muchísimos iruneses durante más de un siglo, contribuyendo a crear una parte del entramado laboral, hasta el obligado cierre de la mayoría de los establecimientos en 1992.

Este hecho supuso las destrucción de cerca de 1.200 empleos, repartidos entre las 107 agencias de aduanas que, según el Colegio de Agentes, había en Irun en aquella fecha.  

 

 

El administrador de la Aduana de Irun, Mariano Calabuig en su despacho.

(Archivo Municipal de Irun).