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SIDRERÍAS |
En el Irun de antaño hubo en cierta época más de veinte sidrerías que en algunos aspectos muy poco tenían que ver con las actuales. Comparten, eso sí, la esencia de ser lugares donde de consume sidra, pero poco más.
Dibujo de Gaspar Montes que representa la apertura de la temporada de sidra en Irun.
A muchas de aquellas sidrerías podías llevar tus propios "txitxarros" para asar y compartir entre amigos. Contaban con unas medidas de higiene muy de la época, en la que los vasos eran "lavados por inmersión" en una pila de zinc que se movía por todo el local. El popular grito “Txotx!”, reunía anunciaba la apertura de una kupela. Una costumbre que tiene su origen en las catas privadas que se realizaban para mayoristas, quienes degustaban la sidra antes de comprarla. Para servir la sidra, se agujereaba cada kupela y luego se tapaba el orificio con sebo.
En otros tiempos los buenos catadores otorgaban un premio a la mejor de las sidras, y así lo hizo constar D.Emilio Navas en uno de sus escritos que proclamaba ganadora a la de Puyana en 1934.
En nuestra juventud conocimos la de "Puyana Txiki", en el barrio de Anaka, con Florentxi Ausán en los fogones.
No llegamos a conocer el "bolatoki" pero sí la "toka", que se encontraba justo a la entrada, donde la chavalería se afanaba en recoger las fichas a cambio de algunas monedas.
Abrió sus puertas en 1927 y tomó su nombre del caserío cercano llamado "Puyana", que contaba con una curiosa leyenda: Según cuenta Luis de Uranza, bajo la sombra de uno de sus manzanos, en 1813, el Duque de Wellington estuvo observando con un catalejo el desarrollo de la batalla de San Marcial que enfrentaba al ejército aliado hispano-luso-inglés contra los franceses durante la guerra de la independencia.
Fotos kupela y bolos: Cortesía de Xabier Mitxelena
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